No nos cabe duda que la relación con la nueva ministra del trabajo no será fácil. Conocemos su comportamiento como economista y sus reiteradas declaraciones de adoración del liberalismo como rector de la economía del país. Hasta ahora conocemos como con ése liberalismo, Chile se ha convertido en uno de los países campeones mundiales en injusta distribución y reparto de la riqueza. ¿Existe alguna esperanza de mejorar y promover el respeto a los derechos laborales y entregar mayor equidad a los trabajadores (as), mayor preocupación por mejorar la seguridad social, etc.? Sinceramente creemos que nó. Se va a profundizar la flexibilidad laboral (“adaptabilidad”, la llaman ahora) que terminará con empleos más precarios y mayores abusos laborales y practicas antisindicales. Debemos prepararnos para enfrentar un período aún más duro y eso solo lo solucionaremos con mayor unidad y no con mayor exclusión. Si los dirigentes no somos capaces ahora de avanzar con mayores grados de solidaridad, seremos cómplices de empeorar la situación de quienes deberían ser precisamente nuestra principal fuente de preocupación: la defensa y la justicia para los trabajadores y las trabajadoras de Chile.
EL EJEMPLO QUE NOS DIO LA PROTESTA EN MAGALLANES.
Que el ejemplo que nos dió la población de Punta Arenas y otras ciudades australes nos sirvan de ejemplo a las organizaciones sindicales y sociales de todo el país. Dejando de lado las banderas partidístas, los individualísmos, las exclusiones y los protagonismos por la defensa de sus derechos de vivir dignamente y no dejarse manipular por autoridades del gobierno, ni menos por una empresa estatal, como fue el caso. Nos dieron el ejemplo que “unidos nada podría derrotarles”. Una demostración de solidaridad y unidad de la que debemos aprender. El alza de tarifa del Transantiago nos desafía.
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